¡Dios! Vaya chico

Catalina está obsesionada con su ex. Cree que es el amor de su vida y está desesperada por recuperarlo. Angustiada, acude a la fuente de un antiguo dios. Ella siempre ha creído en la magia, y con toda la fuerza de su corazón roto, pide un deseo para recuperar al amor de su vida. Sin embargo, lo pide al dios equivocado. No era el dios del amor, sino el dios vasco de la Calamidad y las tormentas. Él, envía a su hijo Mikelatz, un semidiós arrogante y ambicioso para que ayude a Catalina a cumplir su deseo. Sin embargo, al ser un semidiós de la calamidad, enredará a Catalina en una tormenta de desastres y caos mientras ella, sin pretenderlo, comienza a enamorarse de él. ¿El problema? Mikelatz lo que más desea es ser un dios. Y los dioses… tienen prohibido enamorarse de los humanos.